La última dentellada del “tiburón” Phelps

Más que cosechar más medallas, Michael Phelps llega a Río 2016 a cerrar en conciencia un ciclo.

RÍO JANEIRO.- Los Juegos de Río 2016 situarán al nadador estadounidense Michael Phelps, el deportista más galardonado de la historia olímpica, ante el reto más difícil de su carrera, un desafío por encima de récords y medallas, una batalla contra sí mismo, una pugna por dejar definitivamente detrás de sí la leyenda y adentrarse en la normalidad.

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Da igual si Phelps consigue dos, tres o ninguna medalla en las tres pruebas -100 y 200 mariposa y 200 estilos- que disputará en Río.

Un podio más o menos no va a cuestionar su condición de mejor nadador de todos los tiempos, pero el estadounidense sí necesita asumir conscientemente el final de una etapa, dar convencido su última brazada.

Michael Phelps no quiere volver a cerrar su carrera en falso, tal y como ocurrió hace cuatro años cuando anunció su retirada tras unos Juegos de Londres a los que acudió, como reconoció, hastiado, por pura rutina, empujado por el miedo a dejar el deporte que había dado sentido a su vida y la incapacidad para encontrar alicientes fuera de las piscinas.

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Un vacío que no lograron llenar ni las seis medallas que logró en la capital británica, una desazón que le llevó tras la cita olímpica al borde de la depresión, a caer en una espiral de autodestrucción, que tocó su punto más bajo al ser detenido en septiembre de 2014 por conducir bajo los efectos del alcohol.

Obligado a acudir a rehabilitación, Michael Phelps reencontró en el desierto de Arizona no sólo las ganas de reconducir su vida, sino la motivación para volver a competir, para luchar por estar en sus quintos Juegos, consciente, ahora sí, de que quiere decir adiós luchando de nuevo por el oro en una final olímpica.

Un objetivo que no le podrán nada fácil la nueva generación de nadadores que llegan a Río dispuestos a destronar al "rey", a apoderarse del cetro mundial que durante más de una década ha pertenecido sin discusión al estadounidense.

Nómina de aspirantes entre los que destaca el sudafricano Chad Le Clos, el hombre que ya privó por tan sólo cinco centésimas del oro a Michael Phelps en la final de los 200 mariposa de los Juegos Olímpicos de Londres y que volverá a ser el principal rival del estadounidense en las pruebas de mariposa.

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El mismo reto que le planteará en los 200 estilos, una de las pruebas fetiches del nadador estadounidense, el japonés Kosuke Hagino, que ya venció al de Baltimore hace dos años en la final de los Pan Pacifics disputados en la localidad australiana de Gold Coast y que llega a Río con la mejor marca mundial del año.

Un duelo generacional que no existirá en la competición femenina donde todas las miradas recaerán en la joven estadounidense Katie Ledecky, que tratará de igualar en Río la gesta protagonizada por otra de la leyendas de la natación mundial, su compatriota Debbie Meyer en los Juegos de México 1968, y colgarse el oro en las pruebas de 200, 400 y 800 libre.

Incuestionable favorita en los 400 y 800, donde Ledecky no es sólo la actual campeona del mundo y plusmarquista universal, sino que cuenta por segundos su ventaja en cada carrera sobre el resto de sus rivales, el momento de la verdad llegará para la norteamericana en la final de los 200 libre.

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Una prueba en la que Katie Ledecky, de tan sólo 19 años, ya deslumbró el pasado curso con la conquista de la medalla de oro en los Mundiales de Kazan. Un triunfo que abrió una nueva dimensión en la carrera de la estadounidense, hasta entonces centrada en las pruebas de fondo.

Nadie se atreve a día de hoy a poner límites a la progresión de Ledecky, una nadadora capaz de competir con las velocistas puras, como demuestran los 53.75 segundos que ha firmado este año en los 100 metros, así como de destrozar a la grandes fondistas, como atestigua el 15:25.48 que posee como récord del mundo en los 1,500 metros.

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Una versatilidad que ha permitido a Ledecky pasar de competir hace cuatro años en Londres en tan sólo una prueba, los 800 libres, en la que la estadounidense se colgó el oro con apenas 15 años, a participar en cuatro carreras en Río, tras ganarse también un puesto en el equipo de relevos 4x200 de Estados Unidos.

Cuatro posibles oros que consagrarían a la estadounidense como la reina indiscutible de la natación, un título al que también aspiran, con permiso de Ledecky, la húngara Katinka Hosszu, que intentará lograr en Río la medalla olímpica que le falta en su extenso palmarés, así como la australiana Cate Campbell y la sueca Sarah Sjostrom que pelearán por el trono de la velocidad.

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