Se van de la comunidad pero no le dan la espalda después de María

Tras conocer que el río invadió la urbanización en la que vivieron, se enrollaron las mangas para ayudar.

Han sido muchos los estragos provocados por el huracán María en la Isla, pero también han sido muchas las muestras de solidaridad, compasión y empatía de grupos que decidieron ayudar a otros a levantarse.

Ese es el caso de Ivette Fuentes y su hija, quienes no pudieron quedarse de brazos cruzados al conocer que la comunidad, la Urbanización Los Guardias, en la que vivieron, se vio gravemente afectada por la crecida de un río en Corozal.

Fuentes explicó que “cuando vi que alrededor de 30 casas de la comunidad donde mis hijos pasaron sus mejores años fueron arropadas por el río, mi corazón se partió en muchos pedacitos pensando en cada familia que había perdido TODO”.

La mujer decidió llamar a su hija y para su sorpresa, “ella sentía lo mismo que yo y decidimos unirnos como familia y darle la mano en lo que estuviese a nuestro alcance”. Ve el video aquí

A partir de ese momento, lo que inició como una “pequeña” muestra de ayuda, fue el llamado que unió a otros voluntarios que tenían el mismo interés de ayudar a la comunidad ubicada en el barrio Palmarejo de Corozal.

“El primer fin de semana solo éramos 5 personas ayudando a recoger escombros. Dos días después como caída del cielo, nos llamó Elenore Jarelis, no sólo ofreciendo cisternas y máquinas de presión, sino, que traería consigo a su esposo, familia y a un batallón de amigos que también se unieron”, relató.

Lee aquí el mensaje completo:

“Levantamos a Puerto Rico, levantando nuestras comunidades �� ���� Cuando ví que alrededor de 30 casas de la comunidad donde mis hijos pasaron sus mejores años fueron arropadas por el río, mi corazón se partió en muchos pedacitos pensando en cada familia que había perdido TODO ��. Tan pronto tuve la oportunidad de hablar con mi hija Janisette, sin ni siquiera exponerle mi sentir, ella sentía lo mismo que yo y decidimos unirnos como familia y darle la mano en lo que estuviese a nuestro alcance. No queríamos sentarnos a esperar por que llegara ayuda, había que ir en busca de ella.

El primer fin de semana solo éramos 5 personas ayudando a recoger escombros. Dos días después como caída del cielo, nos llamó Elenore Jarelis, no sólo ofreciendo cisternas y máquinas de presión, sino, que traería consigo a su esposo, familia y a un batallón de amigos que también se unieron. No me atrevo a mencionar nombres, porque puedo pecar olvidando alguno, pero el video lo dice todo. Más agradecida no puedo estar por haber podido contar con tanta gente buena.

El ayudar al prójimo es algo sumamente contagioso, allí llegó gente con escobas en mano, otros con detergentes, agua, las ricas pizzas de Towy, exquisitos almuerzos, hamburgers, etc.

Aunque la pérdida fue catastrófica, estamos vivos y eso hay que celebrarlo. Pronto llegará la Navidad y queremos celebrarla renaciendo una vez más!!!

Los invito a que miren a su alrededor y le den la mano a algún necesitado, la satisfacción es inmensa!!! �� ����”.

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