Daniel Pérez Moro fue criado en la iglesia, sin embargo, pasó por situaciones que lo hicieron alejarse de los caminos del Señor, convirtiéndose en un delincuente.
Asesinó a dos personas y su afán de hacer dinero, lo llevó a montar su propio punto de drogas. Además, intentó no pisar la cárcel, pero resultó infructuoso y terminó tras las rejas.
Una vez comenzó su periodo en la cárcel, comenzó a escuchar la voz de Dios y su vida se transformó. Ahora se dedica a evangelizar.