Menores migrantes enfrentan toda clase de peligros

Unos 450 niños no acompañados están bajo resguardo de autoridades.

Sus mayores les dijeron que la vida de sus sueños está más cerca de Estados Unidos, fuera de la violencia o la pobreza que hay en sus países, pero nunca les advirtieron que el camino para llegar ahí no es un juego; menos, cuando el viaje lo tienen que hacer completamente solos.

"Lo que nos importa es su cuidado y protección ", afirmó Rocío García, directora del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia.

La institución dio conocer que en los últimos cuatro meses han rescatado a más de 450 menores migrantes no acompañados, que caminaban en medio de las caravanas, a la deriva.

Los menores fueron llevados a albergues, donde reciben atención médica, educación, comida y asistencia psicológica, mientras se aclara su situación legal, y es que algunos podrían quedarse de manera permanente bajo la custodia del gobierno mexicano. 

"Si los niños tienen familia, se verá que lleguen a su familia. Si en sus lugares de origen tienen algún problema de violencia, por eso salieron, entonces se garantizará el interés superior de la niñez y pueden quedarse con nosotros", dice García. 

Los menores migrantes que permanecen resguardados en albergues provienen en su mayoría de El Salvador, Honduras y Guatemala. 

"Estamos mirando que los niños llegan en condiciones extremas y preocupantes", afirma Ivonne Piedras, de la organización Save the Children.

La activista ha observado muy de cerca a la infancia migrante y asegura que el problema es mucho mayor: de acuerdo con cifras registradas por Save the Children en los últimos meses han entrado a México 5,800 menores migrantes; de ellos, 1,200 no están acompañados. 

"El camino no es fácil, es decir, vienen expuestos a sufrir daños por parte del crimen a ser reclutados por parte del mismo o están huyendo del crimen organizado que los amenaza en sus países", dice Piedras.

"Mucho matan a la gente, mucho sufre uno con el trabajo, mejor nos vinimos para acá", dice Alexa, una de las migrantes hondureñas. 

Ella tuvo la fortuna de viajar con su madre, pero otros cientos de niños de la misma edad no corrieron con la misma suerte. Por eso, diversas organizaciones sociales ya recorren las fronteras norte y sur, para salvar a más niños en la indefensión.

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