Pobladores enardecidos someten y exhiben a militares

La amenaza era clara y contundente: si no obedecían las demandas de los pobladores, algo malo les ocurriría a los soldados que tenían retenidos en La Huacana, un pueblo del estado de Michoacán. 

"¡Hey jefe!, quiero todas las armas, quiero que me las mandes en un carro particular a La Huacana", decía uno de los líderes de esa comunidad. 

Quienes se identificaron como habitantes de Pueblo Viejo, en Michoacán, rodearon al grupo de militares y, entre jalones e insultos, los obligaron a entregar sus armas y equipos de comunicación. 

Los soldados no respondieron a las agresiones, se quedaron tranquilos y comunicaron a sus agresores con su superior, a quien le exigieron que les devolvieran las armas que unas horas antes les habían decomisado, cuando bloqueaban una carretera.

"-¿A nombre de quién?...- A nombre del pueblo, tu mándalas a nombre del pueblo, ya sabes cuáles son'".

Luego de varias horas de negociación, los soldados fueron liberados y los habitantes de la comunidad volvieron a sus actividades rutinarias de vigilancia.

Los que participaron en la retención de los uniformados argumentaron que están cansados del acoso de los grupos criminales y fueron apoyados por muchos.

"Desgraciadamente hay mucha inseguridad y luego ellos no hacen su trabajo como debe ser", dice Salvador Martínez, uno de los habitantes de Michoacán.

Pero otros dijeron que esa no es la solución.

"Nos está hablando de que ya no hay respeto por la autoridad", dice Guadalupe González.

Expertos, como el doctor Mario Álvarez Ledezma, coinciden en que esto es el más claro reflejo de la descomposición que sufre la sociedad mexicana.

"Esto es un símbolo inequívoco de una afectación de la soberanía del estado mexicano, lo cual es gravísimo", dice Álvarez Ledezma.

La Secretaría de la Defensa Nacional, al igual que los funcionarios de todos los niveles de gobierno, prefirieron no emitir comentarios sobre este tema.

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