Trump da paso a guerra comercial con tasa a importaciones

El presidente firmó un decreto que impone elevados impuestos al acero y aluminio extranjeros.

Pese a las advertencias de los republicanos sobre una guerra comercial, el presidente Donald Trump ordenó el jueves elevados aranceles a las importaciones de acero y aluminio, y prometió repeler “un ataque contra nuestro país” por parte de los competidores extranjeros.

El mandatario dijo que exentará a México y Canadá durante la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Los nuevos aranceles entrarán en vigor en 15 días, mientras que México y Canadá quedarán exentos de manera indefinida “para ver si podemos llegar a un acuerdo”, comentó Trump. Se prevé que las renegociaciones del TLCAN se retomen a principios del próximo mes.

En una reunión previa con su gabinete indicó que Australia y “otros países” podrían no quedar sujetos a los aranceles, un cambio que podría suavizar el golpe internacional en medio de amenazas de represalia de parte de socios comerciales.

Esos “otros países” podrán tratar de negociar su exención de los aranceles, indicó, si garantizan que sus acciones comerciales no afectan la seguridad de Estados Unidos.

“La industria estadounidense del aluminio y el acero ha quedado devastada por las agresivas prácticas comerciales extranjeras. Realmente es un ataque contra nuestro país. Ha sido un ataque”, declaró Trump en la Casa Blanca. El presidente estuvo acompañado por trabajadores de la industria del acero y el aluminio que sostenían sus cascos.

Su medida, un paso firme de su agenda de “Primero Estados Unidos”, ha inquietado a aliados de todo el mundo y generó dudas sobre si el proteccionismo impedirá el crecimiento económico de Estados Unidos. El presidente anunció la decisión el mismo día en que funcionarios de otros 11 países de la Cuenca del Pacífico firmaron un extenso acuerdo comercial que fue elaborado después que Trump retirara a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica el año pasado.

Si bien el mandatario se centró en trabajadores y sus compañías al hacer el anuncio, el decreto de Trump plantea que las debilitadas industrias del acero y el aluminio representan una seria amenaza a la fuerza militar y la seguridad nacional estadounidense.

El ex empresario de bienes raíces añadió que durante muchos años los políticos han lamentado el declive de esas industrias, pero que nadie estuvo dispuesto a tomar medidas.

Pese a una semana de un feroz cabildeo contra su plan de parte de legisladores republicanos y algunos de sus propios asesores, Trump dijo que impondrá aranceles del 25% a la importación de acero y de 10% al aluminio. Pero también señaló que las sanciones podrían “aumentar o disminuir dependiendo del país, y yo tendré el derecho de eliminar o añadir países. Sólo quiero equidad”.

El director general de Century Aluminum, Michael Bless, afirmó que los aranceles permitirían a su compañía, que produce aluminio de alta pureza usado en aeronaves militares, volver a llamar a cerca de 300 trabajadores y reactivar líneas de producción en su fundidora en el este de Kentucky para principios de 2019. Y Trump tomó nota del anuncio de la empresa United States Steel Corporation de que planea redoblar sus operaciones en su planta en Granite City, Illinois, y llamar de nuevo a aproximadamente 500 empleados a consecuencia de los nuevos aranceles.

Pero hubo muchas críticas en el plano político, especialmente del propio Partido Republicano de Trump.

El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, en un acto ante empleados de Home Depot en Atlanta, alertó sobre las “consecuencias involuntarias”, mientras que el senador por Wisconsin, Ron Johnson, consideró los aranceles “una acción muy arriesgada” que podría poner en riesgo empleos en las industrias agrícola y manufacturera.

“No estoy seguro de que haya ganadores en las guerras comerciales”, resaltó Johnson, que en su momento operó un negocio de manufactura de plásticos en su estado natal.

El senador demócrata Dick Durbin, de Illinois, dijo por su parte que la medida de Trump fue “como arrojar una bomba a una mosca” y podría traer consigo “enormes consecuencias no intencionadas para los fabricantes estadounidenses que dependen de materiales importados”.

Los líderes empresariales también hicieron sonar las alarmas sobre las potenciales consecuencias económicas de los aranceles, y advirtieron que los consumidores estadounidenses se verían afectados por un alza de precios. Subrayaron que las compañías que consumen acero aseguran que las aranceles impuestos en 2002 por el presidente George W. Bush terminaron eliminando 200,000 empleos en Estados Unidos.

“Los aranceles son impuestos, y los contribuyentes estadounidenses pagarán el costo de una guerra comercial”, aclaró Cody Lusk, presidente y director general de la Asociación Estadounidense de Concesionarios de Automóviles Internacionales. “Los aranceles aumentarán los precios de venta de vehículos nuevos”.

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